jueves, 4 de diciembre de 2008

Dedalos Nocturnos II (En Busca de la felicidad)




Embriagado de lloviznas en rústicos figones
busqué por tus vocablos la erosión de la otra vida.
En la mágica silueta donde habitan los recuerdos,
en los piélagos silvestres de galeones sin banderas.

Por un noviembre agónico me dijeron que te vieron
caminando distraída por las líneas del invierno.
Que la ropa de algodones que vestías esa noche
oscilaba besando el contorno perverso de tu cuerpo.

Me contaron que tus ojos no miraban
mas allá de los hospicios de tu tiempo.
Que en un bar bebías dos vasos de nostalgias
con la estrechez impenetrable de tu frágil pensamiento.

Envuelto en olas de polvo te busqué por los caminos,
enfermo en el tedio de mi herida de infortunios.
En el templo de Diana descansé con las neblinas,
mientras jugaba a borrar las hojas de la luna.

Me dijeron que pasaste una tarde de pinturas
cuando el sol estampaba estrellas en tu rostro,
y tu vientre se henchía con la fronda de un naranjo.

Me contaron que te fuiste desgranando los rosarios,
detrás de un Dios de palo y la cruz de un ebanista.

Que era en vano buscarte en mis anhelos
que en el hijo de una rosa, rostro abajo frente al pétalo,
te moriste una mañana
aplastada por las piedras del milenio.

Walter Faila

domingo, 26 de octubre de 2008

Escultura de lujo ( Te amé)




Te amé desde el suburbio desollado de mis días,
en mis mares omitidos de playas y mareas.
Al costado de la vida programada por los jueces,
en el sótano del tiempo embotado de lirismo.

Te amé a pecho abierto en la batalla,
en las crisis urbanas del amor envejecido.

Me sostuve en el silencio amoral de tu castigo
cuando tu voz de sentencia se negaba a la palabra.

Te amé desde mis huesos de animal salvaje
cuando el sol se iba como un pájaro afligido
ha refugiarse cansado detrás de la alborada .
Cuando el diáfano derrumbe del crepúsculo
cabía anticipado en una nueva madrugada,
y eran conos oscuros de sombra y precipicio
las líneas paralelas de las huellas de tus ojos.

Te amé desde mi sangre como a un vicio
en la inquietud de mis anhelos presunciosos
Con el grito borracho de rebeldes gemidos,
y los iris azorados en la heredad de tu caldera.
Cuando siendo obrero y peón de tu cintura
intenté tallar tu corazón desde un poema.

Te amé mujer sin tiempo... ¿lo recuerdas?
Eras para entonces
solo piedra y cobre en la cantera.-

Walter Faila

lunes, 20 de octubre de 2008

Poema Triste




Otra vez clavaste tu flecha en el centro del poema
una vez mas dejaste silenciosa mi palabra.
¿Hasta donde llega tu benevolencia noble
abandonando incauto en tus guardianes
el cuidado y la certeza de tus actos?
Cual es la honra del honrado si le quitas
tres vetas de maderas para tallar una angustia.
Tu me comprendes, ¿verdad?
¿sabe tu grandeza comprender mi minúsculo estallido?
Otra vez, hija de Júpiter, Artemisa,
tu saeta ha paralizado el corazón de mi poesía,
matando en un minuto la voz que lloraba de congoja.

La figura de una rima triste vaga por los muros
plagada de abandonos y desdichas,
como un gato que busca escapar de la sombra
que proyecta sin recelos la fase clara de la luna.

Se ha enturbiado la esencia en mi bosque de escarlata,
y entre defunciones imprevistas y penas cotidianas
el cielo se ha sentado perplejo en los espejos del mar,
buscando explicaciones en el origen de sus aguas.

Detrás de los telones de ésta escena,
miro aniquilado sangrando de ausencias
la garganta cortada de mi último verso.

Walter Faila

miércoles, 15 de octubre de 2008

Historia de un Olvido

Es éste el mismo suelo la misma tierra
la igual alfombra el idéntico valle.
Por aquí pasaron Incas, Aztecas, Capitanes.
Aquí se escudó el pueblo y se quemaron las aldeas.
Se obstruyeron las cíclicas cerraduras del olvido.
Se marcaron los caballos robados a los indios
se mataron los perros que sobraban en la calle.
En ésta misma y avejentada tierra,
en ésta arena de arrugada playa.
Se voltearon los templos de adobe y de barro,
se incendiaron los libros repletos de memoria.
Aquí, hermanos, se vendieron las almas.
Sobre éste lastre de cadenas en progreso,
nos pusieron herraduras y montajes,
nos vistieron de señores elocuentes,
de sabios guionistas de cuartel y de oficina.
No sabían que el amor era mas
que una rastra de abusos y vejámenes
Nos dejaron encerrados en un cuerpo sometido,
en dos manos laboriosas y sangrantes.
Nos cubrieron la vida de relojes y caminos,
elevaron concordancias de poder y de avaricia.
Omitieron el contarnos mas allá del protocolo
que aún cabían en un ánfora tres sueños,
que el honor justificaba la mortaja y el destierro.
En ésta misma casa donde hoy gime la vergüenza,
nos legaron cien lunas escondidas en los bosques,
dos mil soles durmiendo detrás de las montañas,
a cubierta de los lobos con su muerte insobornable,
soportando el desatino de la fiera convergencia .
Se olvidaron de entregarnos nuestros ojos,
de explorar en nuestras almas milenarias.
Omitieron decirnos que el amor era otra cosa.
Excluyeron de los labios nuestras risas,
se olvidaron de llorar con nuestro llanto.-

Walter Faila

domingo, 28 de septiembre de 2008

De Bronce y de petróleo





He aquí un hombre semejante y distinto.
Solitario trashumante del atajo de la vida,
cortesano de las flores arrumadas en jardines,
mendigo de la lluvia y alquimista de las luces.-
Caminando en un planeta de bronce y de petróleo,
entre cuerpos hambrientos de lujuria y de vejamen
entre hermanos sanguinarios y padres perversos.
Hurgando en un verso la nostalgia de las piedras
que deslían su llanto en el efímero beso de las olas.
¿Podrás quererme en ésta estancia
de piélagos singlados por buques de tristezas?
¿Sabrás arrancar de mis instintos
la sonrisa enlatada en la viruta de mis tiempos?
He aquí un hombre como tantos hombres
vestido con la muerte del crepúsculo
en el mediocre meridiano de la noche.
El que escapa en la ceniza cuando el fénix resucita
y es una cara roja en su relámpago de infiernos
la huella del latido que dibujan sus quimeras.
Aquí tienes la sombra prematura
del feto que parieron sus pasos errabundos.
Recorriendo los tinglados del mercado de los sueños,
comprando en algún puesto de especies naturales
la mezcla de tisanas que alivien sus cartílagos.
¿Podrás reconocerme en ésta oquedad en que me miras?
¿Florecerán tus agios crisantemos en mi campo de vestigios?
¡ Si al menos tu nombre le enseñaras a su boca!
¡Si acaso te cayeras en su mano de obrero y artesano,
y tallada fueras como ébano de savia a su desdicha!
He aquí mujer un hombre sin cruz y sin bandera,
sobreviviente de las excavaciones de su alma,
quemado por las brasas que arden en su pecho,
deambulando por tus pasos de corrillo y de frontera.
Colgado en halcones que sobrevuelan epitafios
de un cementerio de farolas con mares cobrizos y secretos.
Buscando en las líneas de tus labios una tumba de otoño
para sepultar las tristezas
de su planeta sombrío de bronce y de petróleo.

Walter Faila

Videos de Lara Fabian (Maravillosa)

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Enfermedad XI (En memoria de Rosita Buk)

Nada dicen los racimos de bucles de las olas,
no se escuchan los coros de duendes que me habitan.

¿Será que se ha dormido el río en la noche de Santiago?

¿Cómo tenso la cuerda de la guitarra que jamás he tocado
para romper ésta elipsis de agua que agoniza en la ribera?

¡Légame un Orfeo de átomo y de arena en ésta playa!
donde callan los vientos y descansan sus ansias las sirenas

¿No te das cuenta que el poema es una herida de recuerdos,
vagando dolorido entre Obeliscos y mudos bandoneones
Que alquimista de quejas en los verdores de una broza
ha mezclado su ángel en libros de musgos y hojalatas?

¡Sostenido como un feto de céfiro en las ubres de la aurora!
observo en sus loas la voz ausente, su canto, su sonrisa.
Malhumorado e incrédulo ante los ojos finitos de la vida,
como un linyera licencioso contemplando una diadema.

¡Alcánzame un Apolo con su lira de sol a mis nocturnos!
donde se desgranan los trigos con espigas de silencios,
No me rompas éste vuelo bajito de pájaro iracundo,
no libes mi cabeza excomulgando el don de su palabra.

La frente se parte en un mendrugo de hielo enharinado,
de la lágrima primaria que dio origen y raíz a la tristeza.

El domingo se aproxima merodeando como sierpe,
y es un vidrio que anuncia en su estallido la tormenta,
y es un bifronte de rotas cicatrices el día que antecede.

Walter Faila

martes, 2 de septiembre de 2008

Enfermedad X (Por ella)

Querido amigo, cuando hay necesidad de seguir una serie, hay que darle el gusto....como la etapa azul de Picasso, hasta que no lloró todo el dolor de la muerte de su amigo, no dejó de pintar azul. Así tu Enfermedad de Amor.
*:*:*:*
Te abrazo, te sigo
*:
*:*: Rosa Buk


Es la siesta una esquirla clavada entre mis dedos.
La vieja lapicera se agota ante el impulso de la letra,
y te hablo una vez mas ignorante de tus leyes,
sabiendo que el honor solo duerme en tu grandeza,
pensando que aun te queda la razón que te haga justo,
confiando no lastimes su voz en el poema.
Te pido que enciendas en crepúsculos de cobre
su frente desnuda de mujer y de profeta,
no la dejes escalando en los montes de tu imperio
no retengas en tus ánforas los adagios de su idea.
Si la ves exiliada en los campos de la tarde,
si la observas danzando en las estrías de una estrella,
no le digas que aumentan como frutos mis angustias
ni le cuentes que desbocan los caballos de mi pecho.
No te olvides que ella crece en sus acciones
como el pino que a la lluvia se eleva sin desvelo.
No distraigas su ejercicio de cariño
no murmures el silencio de mis noches.
Que se meza en la enfermedad de mi destino
la extinta oquedad de su próvida niña de seda.
Que traviesa camine en los sitios prohibidos
que deslizan sustancias de astros y perlas.
No la dejes, perdida, paseando sin rumbo
no me alargues la pulcra y escama condena.
Si la ves, solo dile,
que escribí éste poema por ella.-

Walter Faila

lunes, 1 de septiembre de 2008

Enfermedad IX

La tristeza que tiene mi alma
por el blanco camino la dejo
para ver si la encuentran los niños
y en el agua la vayan hundiendo,
para ver si en la noche estrellada
a muy lejos la llevan los vientos.

Federico Garcia Lorca


Me quedo ésta noche arrinconado de la vida,
en una alcoba de trémulos latidos.
Arqueado como el arma de cupido
tensado como soga de gallardo equilibrista.
Mañana regresará la luna llena
a descolgar los pésimo telones de mi artista,
a beber de mis ojos la nostalgia de un poema.
Hoy subsisto recogiendo en la gran lista
cada veta de dolor que guardo y me condena.
No te hablo ni te pido soledad para mi pena,
solo pienso que la parca ansiosa no me vista
mientras duermo descansando de la senda.
Hoy me quedo arrumbado de una estrella,
distante de las cosas que me juzgan
insano como un loco comunista
ajeno a los sueños del amor y de la trova.
Te dejo descansar de los suicidios
que alimentan mis delirios como ubre de una loba.
Hoy me duermo con su alma como un lirio
perfumando los recuerdos en las líneas de un estrofa.
Hoy reposo sin mediar mas de mis heridas
sabiendo que la muerte aun no me muere
resignado a que la vida aun no me viva.-

Walter Faila

domingo, 31 de agosto de 2008

Enfermedad VIII (El regreso en el tiempo)

Pensé que el infierno doblegaba ya mis pasos,
cuando disuelto el sol de las líneas de la tarde
una vaga sinfonía de sombras asaltaba mi ventana.
¿Por qué me dejaste escapado de mi niño
ausente de acuarelas en los tapices de mi instinto?
¿Por qué callaste mi soledad de descendencia
en el fuego embrionario donde paría el desconsuelo?
Pensé que la luna rompía su vestido de amapolas
y arrojaba hacia mi lecho su silencio de esmeralda.
Vi cuando el cochero pasaba sigiloso y su caballo
relinchando entre los pasos de elegante galopeo
Me observé , posado como un mirlo afónico
en medio de las hojas y las ramas de algún álamo.
Me supuse regresando por las marcas del camino,
a los dulces esplendores de la tierna adolescencia.
Percibí un cuervo rubio que atacaba los lunares de mi niña
aquella que amé desasido y encorvado en el silencio.
¿Por qué no detuviste ése infausto minuto?
Solo un instante para besar su rostro
solo un intervalo para ahuyentar los vicios.
No levantaste la sospecha que pesaba en su principio
no lavaste con tu lluvia la hegemonía del recuerdo.
¿Acaso no notaste que mi fiebre persistía?
¿ No escuchaste mis latidos en sus manitos de seda?
¿Por qué no detuviste ése trágico minuto?
¿Por qué la dejaste esfumarse, volátil, impalpable,
en el destello inalcanzable de las pálidas estrellas?

Walter Faila

sábado, 30 de agosto de 2008

Enfermedad VII

De ninguna parte y hacia todos lados
brota como el trigo en la greda de mi alma.
Brisas de inútiles suspiros se deshilan
en la madeja que ovilla la memoria.
Cautiva como el ave que trina en una jaula
su canto inaudible de libertad y firmamento.
Así, se traslada como un tango entre sus cortes
la sonrisa escapada de una blanca primavera.
Así, la sostengo en el hueco de mis manos
donde punza sangrante las yemas de los dedos
¡Me dirás que son las leyes de la vida!
que ni enfermo puedo prescindir de la nostalgia,
que no hay norma que no acote mi lívido criterio.
Pero crecen pirámides de pétalos rotos
en la planta mortecina donde florece el tiempo.
Y son lastres rimbombantes las montañas
donde el cóndor domina las auras del espacio
y son espesos los pasajes por los campos
y son extensas las ausencias de los besos.
El dolor suena en mis asilos cada instante
como un extraño tango ajeno a Buenos Aires.
Como un canto de sirenas en mis inútiles playas,
en mi inexístete ideal de torpe singladura.
¿Tu le señalarás acaso lo mucho que la extraño?
¿le dirás que mi paisaje la contempla
en el áurea en que se ciega mi cruenta letanía?
Herejes telarañas me aprietan al ocaso
de éste baile remendado de muecas sediciosas,
y éste tango de amor que llega desde lejos
es una danza mustia de oquedad y de misterio

Walter Faila

domingo, 17 de agosto de 2008

Enfermedad VI

En éste punto se encuentran la tarde y la mañana.
No hay un plato en la mesa en la que escribo,
solo un vaso de nostalgia que bebo taciturno.

Fugado de abandono retorna algún inicio
con su raíz tronchada de débil aleluya.

Si ves por el río navegando alguna infancia,
jugando en el agua, sumergida en su sonrisa
Enaltece tu silencio guardando mi secreto
No le avises que transito entre penumbras,
que regreso por la vía en busca del origen,
con los muslos sudados por el tiempo,
y el pecho serpenteando entre las huellas.
No dejes que interrumpan sus conciertos
los grillos que esconden en los pastos
sus cantos descuidados de líricos recuerdos
sus adagios serenos de mítica armonía.
No olvides que mi tiempo se termina
que me acucian dos acacias y un florero.
Que mi libre libertad arrastra las cadenas
de la cárcel que mis sueños encerraron
en la impune mazmorra de los péndulos,
en la dicotomía de mi cuerpo y de mi alma.
En éste punto de lanzas y jardines
debes guardar otra vez éste secreto.

No le cuentes que el viento arrastra mi ceniza
que mis versos son las cruces que Jesús ha rechazado,
dejando en mis hombros la carga de los verbos,
en el vía crucis que conduce a mi calvario.
Sé coherente con la sabia integridad de la consciencia,
no le digas a mi niño de humo y de memoria,
que no hay un plato en la mesa en la que escribo
que bosteza la razón cansada de su juicio,
planteando nulidades de olvidos y sospechas.
No le expliques que retorno en busca de mi origen,
que nada empañe su espontánea travesura,
que nada ensucie su andar por mi pasado.
No le anuncies que mi muerte aun no ha muerto.
Aun me quedan cuatro pasos de huérfana amargura,
aun me resta beber sobre mis lágrimas.

Walter Faila

Enfermedad V

¿Debiste acaso decirle lo que no sucedería?
Ya ves, en cuatro gritos se colgaron mis angustias,
tu poder, mi vida, los dolores, mi palabra.
¿A cual de todos ignoraron tus oídos?
¿En cual de ellos encuadraste tus razones?
Ella llevaba en sus círculos de vicios
la anécdota del tiempo consumiendo calendarios.
Confesos vagabundos de verbos infligidos,
rosarios de tristezas en patíbulos celestes.
¿Era acaso preciso mutilar con sumisiones?
¿Envolver sobre su boca la mortaja del destierro?
Hoy la sombra de mi alma huye de los genios
de las parábolas que fluyen en sátiras fontanas.
Hoy me urge la metáfora de metros desprolijos
en la heredad precisa donde brilla la diadema.
No me digas, compañero,
que era justo enclavar sobre el muelle de su cuerpo
la barcaza inadmisible de su lánguida respuesta.
Me dejaste oprimido en tus lastres memoriosos,
me mostraste la hipócrita querella de la aurora,
cuando el sol fue condenado por las nubes del estío.
Estoy enfermo, es verdad, estoy enfermo.
El músculo se ciñe casi mudo en el centro de mi pecho,
cobra impulso la horquilla adormecida por la ciencia,
y es muy corto el camino hacia el exilio,
y son ajenos los senderos del retorno.
¿Consideras aun que callar era lo justo?
Ya ves, me bastaron cuatro gritos de vida miserable,
me sombraron quizá, éstos últimos versos.-

Walter Faila

sábado, 16 de agosto de 2008

Enfermedad IV (Mi Palabra)




Si ves a mi palabra deambulando por el parque,
no relates que agonizan mis últimas poesías.
No la dañes con tristezas que ya bastante ha tenido,
quédate en silencio como sueles hacerlo;
escondido y al acecho en la última guarida,
sin perder los privilegios del poder que aun ostentas.
No le expliques que la noche se alarga en mis desvelos
Que mi carne se retuerce entre las lilas de mis sábanas.
Ocúltate de ella que me liba sobre el cráneo
su verbo de cartílago anochecido de penumbras.
Permite que mis patios de gredas y calizas
se asomen a mis horas de hebras y peñascos,
No recales de la tarde rubia su frescor de manzanillas,
ni amontones discursos de políticas lúgubres
en los sacros oídos de su huella pasajera.
Me basta con mirar el horizonte
colgado de las garras de otro cóndor,
me alcanza con un golpe de sangre en mis arterias,
con un soplo de latidos musitando su congoja.
Te pido que disipes los tiznes de la urbe,
que aclares en dos letras de auténtica desdicha
las causas que envolvieron mi tránsito de nubes.
No dejes a mi fuente heredada de musgos
en la amarilla libertad que se escapa de sus cántaros.
Ya no quiero que me nombres en laureles de silencios,
ni pretendo mi cortejo de alabanzas inauditas.
Si percibes mi palabra extraviada en el camino,
no le cuentes que me viste
llorando en el reglón de algún poema.
Doblado como un junco en medio de los vientos,
quebrado como un roble en la tala de la vida.

Walter Faila

Enfermedad III




Se caen de la vida las cosas,
la vergüenza como símbolo de ética,
el espacio como insignia de la norma,
el dolor en mi emblema de poesía
Se vaciaron todos los vasos,
se bebieron todas las aguas,
se mudaron todos los gritos.
En los carros de la tarde
se trasladan las nostalgias,
y en tu cabello de nítida escarlata
cuelgan los déspotas atisbos
del ruido de una nueva hipocresía.
Aun espero tu palabra imperadora
tu balanza de equilibrio en los estrados,
tu lábaro de honra y de grandeza.
Eres mas que un nombre idolatrado,
mas que una mueca de prodigio.
Aún espero la jugada precisa.
El escorzado tablero del tiempo
aun confía en los jaques de tus reyes.
No me robes la caricia del aire,
no me quites la justicia del hombre,
no me enrejes en barrancos profundos.
No sometas mi póstumo respiro
a las flores deshojadas en tu playa.
Déjame hacerle un surco mas a la tierra
sembrar una semilla de esperanza,
sorber del vientre de un cuarto menguante,
penetrar en mi piel las agujas del sol.
No me condenes sin juicio
no me ahorques sin sogas
No vuelvas turbios mis ojos,
no me dejes sin llanto la mirada.-

Walter Faila

Enfermedad II

Enfermedad II (Tiempo final)

Las horas se esconden mestruando segundos,
el crepúsculo confunde estaciones con trenes.
Los recuerdos que busco no me encuentran,
los jardines que huelo ya nunca florecen.
La turba me observa para revocar dictamen,
por temor a que muera silencioso a su lado.
por temor a que incomode su estancia serena,
en el místico estío de sus verdes valles.
Un triángulo acuña la memoria quebrada,
y mutila mi estatua de reflejo sombrío.
Busco el milagro de tu pródiga mente,
dictando sentencias de paz y de calma.
Busco encontrar en mi casa de escombros
los versos que sepultan tus ladrillos de hierro.
Una veta de amor que se ciña a tu frente
un clarín de silencio que retumbe en la noche.
Me suelta la mano el músculo laxo
que late lánguido en el centro del pecho.
Mis niñas de perlas se caen sin ruidos.
sin sangre, sin voces, sin muerte.
Apática y pueril, se escapa mi vida.

Walter Faila

Enfermedad I

No detengas las aves que me asusta el silencio,
déjame escuchar como baten constantes sus alas,
permíteme mirar los malabares
con que diagraman extensiones en sus vuelos.
Déjame venir desde el fondo del abismo,
donde las cadenas urden la templanza,
socavando mis heridas de agujas y de péndulos.
No le digas a las horas que la noche me menciona
en un verbo impío de galaxias y espejismos.
Yo te entrego la historia de mi sangre fortuita
si liberas los trinos que encerraron tus rejas.
Si la humilde grandeza te hace grande y humilde,
si el poder de la gloria te ennoblece y te guía.
No detengas la luz que me asfixia la sombra,
déjame mirar como encienden sus velas
las chispas de fuego que enclaustraron tus sótanos.
Consiénteme el deseo de ese canto sin ruidos
su mendrugo de harina en mi mesa vacía.
No castigues mi sangre,
no me llames sin gritos,
no me mates sin muerte.-

Walter Faila