Es éste el mismo suelo la misma tierra
la igual alfombra el idéntico valle.
Por aquí pasaron Incas, Aztecas, Capitanes.
Aquí se escudó el pueblo y se quemaron las aldeas.
Se obstruyeron las cíclicas cerraduras del olvido.
Se marcaron los caballos robados a los indios
se mataron los perros que sobraban en la calle.
En ésta misma y avejentada tierra,
en ésta arena de arrugada playa.
Se voltearon los templos de adobe y de barro,
se incendiaron los libros repletos de memoria.
Aquí, hermanos, se vendieron las almas.
Sobre éste lastre de cadenas en progreso,
nos pusieron herraduras y montajes,
nos vistieron de señores elocuentes,
de sabios guionistas de cuartel y de oficina.
No sabían que el amor era mas
que una rastra de abusos y vejámenes
Nos dejaron encerrados en un cuerpo sometido,
en dos manos laboriosas y sangrantes.
Nos cubrieron la vida de relojes y caminos,
elevaron concordancias de poder y de avaricia.
Omitieron el contarnos mas allá del protocolo
que aún cabían en un ánfora tres sueños,
que el honor justificaba la mortaja y el destierro.
En ésta misma casa donde hoy gime la vergüenza,
nos legaron cien lunas escondidas en los bosques,
dos mil soles durmiendo detrás de las montañas,
a cubierta de los lobos con su muerte insobornable,
soportando el desatino de la fiera convergencia .
Se olvidaron de entregarnos nuestros ojos,
de explorar en nuestras almas milenarias.
Omitieron decirnos que el amor era otra cosa.
Excluyeron de los labios nuestras risas,
se olvidaron de llorar con nuestro llanto.-
Walter Faila
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