Una palmera acaricia con el vaivén de sus ramas el paso del viento, aquí, en ésta ciudad agreste donde di origen y estadía a mis rústicos ensueños.
En estos asfaltos rotos y estas calles de tierra donde miré muchos ojos, donde me amaron y odiaron en igual o peor medida.
En éste pueblo aprendí a dar mi primer paso, a estampar mi primitiva letra, a derramar mi incipiente llanto.
Aquí me alimenté de mazamorra y miel de palo, de mate cocido y pan casero, aquí supe que el tiempo es verdugo y las huellas son más que pasos dejados a la espalda de los años.
Aquí conocí a los mendigos hurgando ilusiones en las bolsas de basura que se arrojan en cualquier lado, aquí sufro por los niños que roban una insignia o lavan un vidrio para alimentar el vicio de su padre y el estómago de sus hermanos.
Aquí aprendí que no hace falta saber pescar, que de nada sirve una caña cuando al pez te lo entregan a boca de urna.
En ésta ciudad que amo, en estos tercos paisajes de sequía y tierra seca, supe que para ser considerado artista del pueblo hay que tocar la guitarra, el bombo, cantar chacarera o escribirle al sachayoj, por lo tanto quedé al margen del gusto y el sufragio, salvo alguna excepción amigable.
Hoy, con frío y con miedo aguardo la jungla de lo incierto, resignado a que de nada sirve la alternativa doméstica del límite, cansado de los corruptos y los intolerantes, de los vanidosos y los necios, de los socialistas de ocasión y los oligarcas renacidos en las actas gubernamentales. Hastiado de la fosforescencia de los devenidos a señores detrás del terciopelo imaginario del humo y el eclipse.
Sé que habrá en otros suelos mejores parques, mejores ríos, mayores árboles, mas, no sé como arrancaré mi corazón malherido de ésta tierra de misterio y ambrosía.
Pero ha llegado la hora de partir, el hombre lo exige en su deseo de paz, en sus hilachas de poeta, hacer de la palabra su patria y su protesta, su rumbo y su camino, su ambición y su torpeza.
Es hora de cruzar los torrentes de las obsesiones y caer de los agujeros secretos del estado de derecho y los vicios sociales, es el momento de violar las angustias y hacer crecer el césped sobre la escoria y los escombros. Escapar del mesianismo y la proliferación de cuervos enredados en corbatas con olor a azufre y con el alma escondida en billetera de cuero.
Es hora de partir, de inyectar el sol a mis venas sucias de dolor y de tristeza, de arrancar a jirones la esfera inmutable de mi cripta y de mi sueño. Dolerá la familia, dolerán los amigos, pero son mis serpientes mas letales que la flecha que acabó con Aquiles, mas débiles que su talón, mas persistente que un tejido de libertades ultrajadas.
Habré de sostenerme del vértigo y el enigma de las escalinatas de piedra y el himen del crepúsculo, sé que la vida me guarda un estuario de cumbres verdes y sierras montañosas, alguna playa cercana y un mar puro de aguas frescas, hacia allí me dirijo fastidioso, en busca de la cuerda que saque del pozo mi alma perdida entre estas callejas, donde fue feliz como la luz de un luciérnaga, por segundos, por instantes, por momentos.
Pido perdón si no fui el satiagueño, el argentino que deseaban, nada le ha dado mi patria a mis manos laboriosas e incansables, solo fui un hermano de la intemperie, devorando sigiloso los rincones de mi parque y de mi río, no hay visos de cambio en la complejidad generacional de nuestros tiempos, mi país es una ramera de ojos vendados entregada al poder y la avaricia, pisoteando la miseria y creando fabricas de violentos, de vagos, de ignorantes y de pobres.
Es hora de partir, de llevar bajo mis costillas mi rancho de horror y de utopía, cargando mis fríos y mis miedos, inventando lámparas de sueños en el germen de la hueva y la clorofila, es el momento de sentenciar la rutina y la hipocresía, de compartir el banquete del silencio en los nidos enramados de los duendes y los pájaros.-
Walter Faila
2 comentarios:
Pero ha llegado la hora de partir, el hombre lo exige en su deseo de paz, en sus hilachas de poeta, hacer de la palabra su patria y su protesta, su rumbo y su camino, su ambición y su torpeza.
La patria la llevas en tu corazón... y en el corazón de un poeta todos los caminos son sus patrias...
Muy bello y emocionante, querido Walter...
Besos con cariño
Maria Lua
COMO SIEMPRE AMIGO MÍO UN EXCELENTE TRABAJO , UN PLACER LEERLO
BESOS
FANNY JEM WONG
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