sábado, 16 de agosto de 2008

Enfermedad III




Se caen de la vida las cosas,
la vergüenza como símbolo de ética,
el espacio como insignia de la norma,
el dolor en mi emblema de poesía
Se vaciaron todos los vasos,
se bebieron todas las aguas,
se mudaron todos los gritos.
En los carros de la tarde
se trasladan las nostalgias,
y en tu cabello de nítida escarlata
cuelgan los déspotas atisbos
del ruido de una nueva hipocresía.
Aun espero tu palabra imperadora
tu balanza de equilibrio en los estrados,
tu lábaro de honra y de grandeza.
Eres mas que un nombre idolatrado,
mas que una mueca de prodigio.
Aún espero la jugada precisa.
El escorzado tablero del tiempo
aun confía en los jaques de tus reyes.
No me robes la caricia del aire,
no me quites la justicia del hombre,
no me enrejes en barrancos profundos.
No sometas mi póstumo respiro
a las flores deshojadas en tu playa.
Déjame hacerle un surco mas a la tierra
sembrar una semilla de esperanza,
sorber del vientre de un cuarto menguante,
penetrar en mi piel las agujas del sol.
No me condenes sin juicio
no me ahorques sin sogas
No vuelvas turbios mis ojos,
no me dejes sin llanto la mirada.-

Walter Faila

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